Introducción En el siglo XI, Occidente, que desde hacía doscientos años había tenido que adoptar frente al infiel una actitud puramente defensiva, tomó a su vez la iniciativa del ataque. Las Cruzadas llevaron su impulso hasta el corazón del Islam. Pero antes, los árabes de la península Ibérica, debilitados por una vida demasiado refinada, habían sufrido la ofensiva de sus vecinos cristianos, más pobres, cuyo ensusiasmo religioso y voluntad de conquista crecían continuamente.